A muchas personas les cuesta diferenciar cómo es su piel, lo que hace que no la traten del modo adecuado a sus necesidades. ¿ Cuántas mujeres afirman tener la piel seca, cuando en realidad lo único que les ocurre es que la tienen deshidratada? En ocasiones, es complicado saber discernir si tu piel es seca o, simplemente, está falta de agua, ya que los síntomas son parecidos. En ambos casos, el denominador común es la tirantez.

Sin embargo, no siempre que notes la piel tirante significa que sea seca. Vamos, que un cutis no pasa de normal o mixto a seco de la noche a la mañana. Es importante tener claro que una piel seca es un tipo de piel, que trataremos de determinada forma, con el fin de paliar esa sequedad, pero que, por mucho que hagamos, seguirá siendo eso, una piel seca bien tratada. Sin embargo, una piel deshidratada es un estado temporal de nuestra piel, una circunstancia que puede ser pasajera, siempre que la trataemos con los productos adecuados, que palien esa pérdida temporal de hidratación.

El sol, el viento, el frío, las calefacciones, la edad – todas las pieles, con el tiempo, tienden a resecarse – son factores que influyen en esa pérdida de agua. Sin embargo, a veces es difícil interpretar correctamente las señales que nos envía nuestra piel, sin saber exactamente qué es lo que reclama: nutrición o hidratación.

Una piel deshidratada necesita agua, mientras que una piel seca necesita, además, lípidos. Este tipo de piel apenas segrega sebo de forma natural, a través de las glándulas sebáceas. Precisamente, es esa cantidad de sebo que segrega – o no – la piel la que determina una piel normal, seca, grasa o mixta. Un cutis seco necesita una nutrición extra, es decir, un plus de nutrientes, que ayude a restablecer las membranas celulares y restaurar la función barrera.