Hoy quiero compartir con vosotros un experimento que he llevado a cabo este fin de semana y que ha resultado ser todo un éxito. Pues bien, hace un par de días me quedé sin mi champú de uso frecuente habitual, así que pensé “ ¿y por qué no aprovechar el poder limpiador de las micelas para lavar el pelo?”. Dicho y hecho. Me limpié el cabello con mi agua micelar, y no os podéis imaginar lo limpio que me lo dejó.
Las micelas son unas moléculas con un gran poder para captar la grasa y la suciedad, que luego eliminan, gracias a sus propiedades repelentes. Así que, de este modo descubrí que el mismo efecto limpiador que realiza este producto en mi piel, también lo lleva a cabo en el cuero cabelludo. En cuanto al modo en que me lo apliqué, debo advertiros de la importancia de aplicarlo directamente desde el dosificador al cabello, con el fin de evitar que el agua se escurra entre los dedos u, cuando vayas a aplicarlo en el pelo, no quede ni gota de la misma. Todo un descubrimiento, incluso para los cueros cabelludos más sensibles, que te saca de un apuro y con nota.