OJERAS: TODO LO QUE DEBES SABER

Las ojeras son una de las alteraciones del contorno del ojo que afea más una mirada, dando un aspecto de cansancio constante y añadiendo años al rostro. Estas antiestéticas coloraciones que aparecen en el párpado inferior del ojo son uno de los principales caballos de batalla y de mas dificil solución, desde el punto de vista estético

. He aquí algunas cuestiones técnicas, para entender un poco más sobre la procedencia de las ojeras, si bien su origen es un auténtico enigma. La circulación venosa y linfática del contorno del ojo se realiza a través de vasos de gran calibre. Todos los deshechos pasan por esta circulación de retorno. Si ésta se realiza mal, los pigmentos sanguíneos se acumulan en el tejido conjuntivo, dando a la piel un color particular, que varía entre el amarillo y el negro, y al que conocemos como ojera.

Las ojeras pueden ser permanentes, debidas principalmente a cuestiones hereditarias o de raza- las pieles mediterráneas suelen ser mas propensas – o bien ocasionales, provocadas por la falta de sueño, fatiga, abuso de alcohol y tabaco, malos hábitos alimenticios … Todos estos factores conllevan modificaciones en el tono de los canales linfáticos, que se contraen de forma refleja, según la sensibilidad de cada uno. En algunas ocasiones, la aparición de las ojeras pueden ser síntoma de algún problema más serio, como hipertiroidismo, problemas renales…

Segun su naturaleza, las hay de color marrón, de origen melánico, o de color azul, de origen vascular.  En cuanto a las ojeras azules, las paredes de los capilares sanguíneos, esencialmente compuestas de colágeno, se vuelven más laxas y su distension ralentiza la circulación de la sangre, llamada de retorno, en los vasos.

Respecto a las ojeras marrones, os diré que la dermis y epidermis de esta zona, especialmente fina – tan sólo 0’04 mm de espesor, frente a 1 mm del rostro y 1’6 mm de manos y pies – deja entrever fácilmente los excesos de pigmentación y, de modo particular, los pigmentos melánicos de las capas superficiales de la epidermis, que intensifica la coloración de la ojera.

A pesar de que pueda parecer que tiro piedras sobre mi propio tejado, debo confesar que yo soy realmente escéptica en cuanto a productos milagrosos, que sean capaces de acabar con este antiestético problema,  si bien existen una serie de componentes que pueden ayudar algo, atenuando ligeramente su coloración, como es el caso de la vitamina K, que refuerza los vasos sanguíneos, el árnica, planta anti-morados por excelencia, el ruscus, de acción veno-tónica, el gingko biloba, que activa la circulación, ciertos activos despigmentantes, como ácido kójico o ferúlico – mucho ojo con su utilización en esta zona, aunque poco a poco, los laboratorios se empiezan a atrever – o antioxidantes, como la vitamina C. Otra opción, mucho más efectiva, son los tratamientos médicos, como el empleo de ciertos láseres o la mesoterapia, de la cual eché mano en su momento, con resultados muy satisfactorios, aunque temporales, o bien, para los más valientes, la blefaroplastia.

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