ALGUNAS PERLAS SOBRE EL ÁCIDO GLICÓLICO
Mucho hemos oído hablar del ácido glicólico y sus múltiples usos en dermocosmética. Pero, ¿sabemos exactamente qué es? Se trata de un AHA o alfahidroxiácido. Es un ingrediente natural que se obtiene de la caña de azúcar y que penetra con facilidad en las capas más profundas de la piel. Por ello es un aliado perfecto para borrar las marcas de la edad y el acné, entre otras cosas. Es un excelente exfoliante natural, así como un estupendo humectante natural.
Entre sus numerosísimas propiedades, destacan:
– Disminuye las impurezas y la producción de grasa. Elimina las células muertas de la superficie de la piel, favoreciendo, de este modo, la regeneración celular. En definitiva, realiza un micropeeling en nuestra piel.
– Estimula la circulación de la sangre, oxigenando las células y favoreciendo se regeneración.
– Protege el colágeno y la elastina.
– Afina la capa córnea de la piel.
– Elimina las manchas
– Aumenta la hidratación de la piel, manteniendo por más tiempo la humedad cutánea.
– Atenúa cicatrices y estrías.
El ácido glicólico se utiliza en muchos tratamientos de belleza en muy distintas concentraciones. Las cremas suelen rondar una concentración al 8%-10%. Por debajo de este porcentaje, no suele ser muy efectivo. Tampoco puede uno excederse, ya que, en su justa medida el glicólico es muy beneficioso, pero si la concentración es demasiado alta, puede ser tóxico para nuestra piel.
No todo iban a ser pros en la utilización del ácido glicólico. He aquí algunos contras:
– Este ácido puede provocar cierta irritación en la piel. De hecho, cuando lo aplicamos, solemos sentir un cierto ardor, que debería disminuir con el paso de los minutos.
– Hay que evitar la exposición solar, con lo cual es aconsejable utilizarlo siempre de noche.
– No debe combinarse con tratamientos con retinoides.
Con el ácido glicólico, lo mejor es empezar poquito a poco e ir aumentando la concentración progresivamente.