A raíz de mi reciente viaje por la Provenza francesa, he empezado a descubrir el mundo de la aromaterapia, que me tiene totalmente fascinada, dados los infinitos beneficios que puede aportarnos, tanto para nuestra saludo, como para nuestro bienestar, en general.
El universo de la aromaterapia es mucho más amplio de lo que su nombre pueda connotar. A menudo, resulta malinterpretado, ya que la consideran poco más que una terapia mediante aromas, es decir, a través de los olores de los aceites esenciales. Sin embargo, dicha creencia es muy incompleta. La aromaterapia científica consiste en el empleo de un gran número de aceites esenciales de composición bioquímica bien conocida, o sea, el quimiotipo, con el fin de prevenir o curar enfermedades o bien otras afecciones, por todos los medios de administración conocidos: difusión atmosférica, inhalación, aerosolterapia, vía oral, gotas por vía nasal y auricular, supositorios por vía rectal, óvulos por vía vaginal, geles, polvos, cremas, leches y champús. La aromaterapia es una de las ramas más genéricas de la fitoterapia. En Francia, incluso, aromaterapia y fitoterapia son un post-grado médico desde 1989.
Las plantas aromáticas llevan, nada más y nada menos que 40.000 años siendo consideradas las joyas del reino vegetal. Como práctica terapéutica, la aromaterapia apareció a principios del siglo XX, cuando el perfumista francés René Gattefosse sufrió graves quemadiuras en una mano, mientras trabajaba en su laboratorio. Tuvo la feliz idea de sumergir la mano en un recipiente con aceite de lavanda y comprobó cómo el dolor disminuía de inmediato. Tampoco sufrió infección alguna y lacicatrización fue muy rápida. Fue entonces cuando quedó acuñado el término “aromaterapia”.
La fitoaromaterapia es la terapéutica más antigua del mundo. Desde siempre, las plantas han sido utilizadas como condimentos, medicamentos y en ritos. Es la medicina natural por excelencia. Sin embargo, durante años, las plantas medicinales cayeron en el olvido, a favor de las sustancias químicas de síntesis, las cuales, qué duda cabe, conllevan resultados excepcionales. Sin embargo, la potente acción de las drogas sintéticas y los frecuentes efectos secundarios de las mismas, así como una sociedad cada vez más ecológica, están llevando a un nuevo renacer de la fitoaromaterapia, ya que la gente busca cada vez más medicamentos eficaces, pero más simples y naturales.
Yo creo que por hoy ya me he extendido demasiado, solamente un pequeño apunte que, más adelante, desarrollaré con más calma, para referirme a los aceites esenciales, ese bien tan preciado de la naturaleza, y que suponen la porción más significativa de la fuente vegetal de la que proceden. Penetran a través de la piel, el olfato y los centros de energía e, incluso, por via oral, actuando sobre cuerpo, mente y espíritu, tratando al individuo como totalidad.
