Hasta hace relativamente poco, la palabra aceite venía inevitablemente asociada a brillos, grasa… En los últimos tiempos, poco a poco esta mentalidad ha empezado a cambiar y hemos empezado a descubrir las numerosas virtudes que aportan a nuestra piel, sea cual sea su tipología – No hay más que echar un ojo a las fórmulas de los tratamientos cosméticos más punteros y efectivos para darse cuenta del papel que ocupan ciertos aceites vegetales y esenciales.

Ya en su momento, os hablé del aceite de jojoba, por el que siento una piel mixta como la mía siente una especial predilección, tanto por sus propiedades seborreguladoras, como hidratantes, así como por su pureza.

Esta cera vegetal tiene el mismo perfil lipídico que el sebo humano, siendo especialmente apropiada para las pieles mixtas y grasas. Penetra en la piel, disolviendo los depósitos de grasa, es decir, el sebum. Precisamente estas propiedades hacen del aceite de jojoba un excelente desmaquillante facial, capaz de arrastrar todos los restos de suciedad, tanto del rostro, siendo especialmente eficaz en ojos y pestañas, incluso con el maquillaje más resistente. Todo un descubrimiento, y más si tenemos en cuenta que limpia la piel sin dejar sensación de tirantez, hidratándola y nutriéndola en profundidad, ya que este aceite, de acabado seco, es un estupendo humectante cutáneo.

En cuanto al modo de desmaquillar la piel, pues simplemente aplicamos tres o cuatro gotas de aceite de jojoba en un disco de algodón y observaremos cómo se elimina la suciedad, sin necesidad de frotar. Todo un descubrimiento a añadir a los múltiples usos que ya conocía del aceite de jojoba, como para cuidar las pieles mixtas y con impurezas o como tratamiento hidratante y seborregulador del cabello.

Como recomendación, una vez más apuesto por la marca Pranaròm, que me tiene totalmente enamorada.